Impotencia. La
necesidad de expulsar algo que ni si quiera sabes que es, pero que te carcome
desde dentro, te atormenta, y te hace saber a cada milésima que esta ahí. Cómo
se puede ser tan palpable y tangible y a la vez no existir. Es una sensación
extraña. No me pasa a menudo. Es horrible y siempre termina mal. O, a decir
verdad, ni siquiera empieza.
Sentir que se te
escapa la vida entre los dedos como brisa marina que te acaricia al pasar. Es
muy sobrecargado. Muy poco mío. Me gusta el viento. El número ocho y las caras
tristes. Escribir.
Cómo decir nada diciéndolo
todo. Lo siento. De verdad siento haberte sido tan cobarde, me digo. Si fueras
más lista, más guapa, más valiente, quizá nos hubiéramos podido acercar, y
decir alguna frase ingeniosa que no implicara gustos culinarios.
Pero ni siquiera
hicimos eso. Tú y yo no nos llevamos bien. No quisiste. Siempre queremos cosas
distintas. A veces pienso que deberíamos separarnos. Sé una forma, pero ni
siquiera tengo esperanzas de que funcionara.
En fin.
Supongo que lo
mejor será que sigamos con tu mediocre vida. Al menos me dejas salir de vez en
cuando, en forma de letras, confeccionándome entre párrafos y sintiéndome entre
frases.
Soy palabras. Lo
más real que estaré nunca de ser soy palabras.
Y mientras no me
conforme con eso, tan sólo tendré tu cabeza. Todo lo que hay dentro de ti. Tus
sentimientos, tus ideas, tus pensamientos. Yo seré tu yo más profundo. Tu alter
ego.